La música prohibida por las dictaduras I: Adolf Hitler

Autor: Tamara Ludmila

El poder de la música y su influencia en la moral y el pensamiento ha sido reconocida por los más severos, crueles y sanguinarios dictadores de la historia. No es coincidencia que las más célebres figuras de regímenes totalitaristas se hayan apresurado a vigilar y censurar géneros o artistas poco tiempo después de su toma de poder.

En sociedades libres como la nuestra se nos puede dificultar imaginarnos yendo a oscuros callejones para encontrarnos con traficantes de discos, al mercado negro a buscar álbumes, o haciendo reuniones clandestinas entre amigos para escuchar a escondidas a artistas cuya apreciación podría significar el arresto, la tortura o la muerte. Pero tanto en el pasado como en el presente, los ciudadanos de patrias tiranizadas se han visto obligados a hacerlo.

¿Conoces a alguno de estos géneros o artistas prohibidos?

En esta escena de la película Persépolis, Marjane, una niña que crece en el régimen del Sah en Irán, va a buscar casetes de música con traficantes.  

Adolf Hitler  

Aunque se le conoce más a su totalitarismo por antisemita, los discursos de odio de Adolf Hitler también iban dirigidos a otras razas y grupos, entre ellos, los negros. Y dado que el jazz estaba directamente relacionado a su raza, Hitler detestaba el género.

Durante la Alemania nazi se formó el Consejo de Música del Reich, cuyo papel era identificar a músicos judíos para excluirlos de todos los ámbitos artísticos y promover la erradicación de la música extranjera. Debido a la gran popularidad del jazz, inclusive entre los mismos alemanes y autoridades nazis, la prohibición fue dificultosa y a lo largo de la dictadura se vio dentro de un bucle de censura y permisión.

Aun así, hubo períodos donde el Partido Nazi decretó leyes donde se prohibía el swing, el jazz y sus respectivos bailes. Se prohibió reproducirlo en la radio, hubo campañas de difamación y se llegaron a arrestar músicos, así como tan solo entusiastas, del género. Inclusive, se llegaron a repartir instrucciones a los músicos alemanes para que no hicieran movimientos o interpretaciones parecidas a los jazzistas negros al tocar.

Cartel de difamación nazi en donde se etiqueta al jazz como Entartete musik (música degenerada).

Las redes de vinilos clandestinos, así como el fanatismo de la gente hacia el jazz, hicieron que se volviera imposible derrocarlo en su totalidad. Fue así que, percatándose de su popularidad, los mismos nazis utilizaron el género como propaganda política y hasta financiaron su propia Big Band para que tocara temas a favor del partido y en contra de los judíos.

Esta canción de la Big Band nazi, Charlie and his Orchestra, hace referencia y burla a Winston Churchill, el ministro que derrotaría al partido Nazi tiempo después. 

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